Los colorantes dispersos para textiles no son solubles en agua fría y es por ese motivo que deben calentarse un poco, concretamente a unos 40 grados, para que puedan disolverse por completo. Y esta solución debe ser uniforme, ya que pueden presentar algunas fallas cuando se tienen que pipetear y debe hacerse correctamente siguiendo los pasos adecuados para conseguirlo.
Para obtener la fijación de un colorante en la fibra es necesario que se produzca una afinidad química o bien por la insolubilización entre las fibras. Cada tipo de fibras cuenta con una afinidad química por un tinte concreto y depende de las propiedades químicas del conjunto de tinte y de fibra.
Los colorantes dispersos para textiles permiten teñir celulosa y fibras sintéticas, así como acetato y fibras de poliéster, nylon y fibras acrílicas. El nylon es un tipo de fibra sintética y poliamida que se diferencia del poliéster, porque puede teñirse en condiciones de pH ácido y básicas, lo que hace que pueda utilizarse para los colorantes ácidos y también con los colorantes dispersos para textiles.
Los colorantes dispersos pueden utilizarse también para teñir mezclas, como el nylon y el poliéster y los colorantes ácidos suelen utilizarse para tonos de color de medios a oscuros, de modo que cada tipo de colorante está pensado para un tipo de tinte.
Colorantes dispersos para textiles y termomigración
En lo que se refiere a las solideces al lavado, los resultados se ven influenciados por dos aspectos:
- por el sistema de limpieza utilizado después o durante el tinte
- por las propiedades térmicas de los colorantes.
La difusión de los colorantes dispersos de textiles hacia la superficie de la fibra se la conoce como Termomigración y es el proceso en el que se realizan diferentes tratamientos utilizando calor, lo cual permite que la solidez final de los tejidos teñidos pueda mantenerse intacta al lavado.
La termomigración se encuentra influenciada por diversos factores, tales como la concentración del colorante, la temperatura y también la duración del tratamiento térmico, además de la concentración y el tipo de agentes de acabado, así como la naturaleza misma del colorante.
Lo más práctico para medir las propiedades de la termomigración de un colorante es conociendo su solidez al lavado, después de termofijar el material en condiciones normales.
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